La periodista Pepa Bueno pasó por la capital del Ebro este mes de enero para compartir entresijos de su trayectoria profesional y personal dentro del ciclo ‘El tiempo de las mujeres’, organizado por la Universidad de Zaragoza con objeto de realizar un recorrido por la vida de mujeres que son referencia para diversas generaciones. La maestra de periodistas rememoró su carrera desde sus comienzos en Radio Nacional de España en Teruel, hasta esos momentos en los que, dice, “no hay opción”, y acepta desafíos como conducir los primeros informativos del día en ‘Los desayunos de TVE’, liderar el espacio radiofónico ‘Hora 25’ en la Cadena Ser, o dirigir uno de los principales rotativos nacionales, ‘El País’, puesto que desempeña desde hace cuatro meses.
Entrevistada por la también periodista Carmen Ruiz Fleta, Pepa Bueno habló de periodismo y de feminismo, dos ismos con los que se apasiona. Confiesa que su hija Manuela le llama a veces la atención diciéndole: “Mamá, ¿sabes que hay gente a la que no le interesa lo que pasa en el mundo?”. Pero esa no es ella. Quería ser actriz, aunque tras estudiar periodismo y realizar sus primeras prácticas en su provincia natal, Badajoz, supo que eso es lo que querría hacer el resto de su vida.
El devenir profesional de Pepa Bueno articuló la conversación entre las dos periodistas. Preguntada por si en algún momento, a largo de su dilatada carrera, ha sufrido el ‘síndrome de la impostora’, Pepa Bueno reconoce que empiezan a sonar todas sus alarmas cuando decide tomar las riendas de ‘El País’ y escucha, en poco más de cuatro meses, la misma pregunta una y otra vez: “¿Cómo lleva tu pareja que seas directora de ‘El País’? ¿Cómo lo lleva tu familia?”. Algo que difícilmente le estarían preguntado si fuera hombre.
Pepa Bueno se siente optimista y se apoya en las nuevas generaciones, educadas – dice ella – para que se sientan más iguales frente a los hombres que nunca. Sin embargo, sigue habiendo muchas piedras en el camino y desvela ante el auditorio un fenómeno compartido por algunas compañeras de profesión, quienes – afirma – se han visto forzadas a eliminar sus perfiles en las redes sociales porque no soportan el acoso al que son sometidas por el mero hecho de opinar. “La deriva del acoso en redes podría sacar de la opinión pública a muchas mujeres”, advierte. Reflexiona además sobre el caso de Ana Orantes, en Granada, punto de inflexión en el que todo cambia. “A partir de ahí comienzan a contabilizarse las víctimas por violencia machista y podemos decir hoy que España es país pionero en la catalogación de violencia de género”.
Preguntada por el fenómeno sociológico de la ‘España vacía’ o ‘España vaciada’ –según el término que prefieran, dice ella –, comenta que las redacciones centrales son voraces y desconsideradas, subrayando esa falta de perspectiva con la que Madrid observa la información que proviene de la ‘periferia’. También opina sobre la independencia de los medios de comunicación en España, independencia que pivota, en su parecer, sobre la manera en la que se gestiona la presión política: “Es lo que marca la diferencia”.
«Las redacciones centrales son voraces y desconsideradas»
La entrevista, un género periodístico ‘pervertido’
Desvela que se ha enfrentado a muchas entrevistas difíciles, sin poder destacar las más complicadas porque – reconoce – “han sido muchas” y subraya la perversión que sufre el género periodístico de la entrevista hoy. “Una entrevista no puede ser un debate, si no, se convierte en una plataforma política”. A propósito de la recurrente polémica sobre la prensa de papel versus la prensa digital, admite que los periodistas “hemos cometido errores en el pasado” [en relación a los orígenes de la prensa digital ofrecida de forma gratuita], pero ella hace tiempo que dejó de “fustigarse”. “Es cierto que el periódico de papel, por su estructura física, da un cierto orden del mundo. El siguiente paso de los periódicos digitales será encontrar esa jerarquía y no darse a la inmediatez. Los lectores, en papel o en formato digital, vendrán si somos útiles ayudando a entender el mundo”.
Por Silvia de Félix