(Artículo de opinión por Santiago Martín)
Luis Rubiales no debe dimitir o ser cesado (solo) por el beso no consentido en la boca a Jennifer Hermoso sino por el conjunto de sus graves actuaciones durante y después de la final del Mundial de fútbol femenino. La agresión a esta jugadora fue el hecho más grave pero toda España y el mundo pudo ver con estupor cómo abrazaba de forma desmedida y besaba en la mejilla como un obseso sexual a las demás jugadoras en la entrega de medallas.
Un hecho que también de forma aislada le inhabilitaría como máximo representante del fútbol español. Al igual que tocarse los genitales de forma estentórea en el palco, llevar en su hombro a alguna jugadora como un troglodita prehistórico y en definitiva emborronar el más alto hito del futbol femenino español. Una cosa es celebrar por todo lo alto un título histórico y otra comportarse como un energúmeno machista, aprovechando su situación de superioridad y sin consentimiento por parte de sus víctimas.
El comportamiento de este individuo no fue un momento de enajenación temporal ya que sus acciones posteriores le revelan como un frío maquiavélico, mentiroso y manipulador, algo que por sí solo también debería ser objeto de cese inmediato. Consciente de la polémica que había suscitado, trató de convencer a Hermoso de grabar juntos un vídeo restando importancia al suceso. Incluso a través del entrenador, que como cómplice y aplaudidor de sus acciones queda bastante tocado en esta historia, trató de que la familia de la jugadora mediara para conseguirlo.
Lógicamente no lo logró y tuvo que hacer el vídeo en solitario, con unas patéticas semidisculpas. Pero además difundió a través del departamento de Comunicación de la Federación Española de Fútbol (RFEF) un comunicado con unas falsas declaraciones de la jugadora, exculpándole, que fueron recogidas en todos los medios. Tras todo lo ocurrido en la final, esta es quizá la acción más reprobable de su carrera hacia el abismo. ¿Cómo se puede ser tan miserable de atribuir unas falsas palabras a su principal víctima al poco de cometer los hechos? Por desgracia los medios que cayeron en su trampa no rectificaron inmediatamente denunciando la mentira y manipulación cuando el engaño su puso de manifiesto, una meritoria exclusiva del diario digital Relevo.
Y así Rubiales siguió mintiendo con impunidad y sus falsedades recogidas de forma destacada en la Prensa (periódicos, radios, televisiones, medios digitales, etc.) Filtró de forma interesada que iba a dimitir en la asamblea extraordinaria y se lo compraron todos (vergüenza periodística los titulares y portadas de ese día). Llegada la asamblea siguió mintiendo inventándose una surrealista justificación del “piquito”, y los medios en general continuaron dando cancha a su descabellada versión, a pesar de que los hechos televisados hablaban por sí solos.
Y por fin se acabó y se desencadenó todo. Las 23 campeonas del mundo en un comunicado conjunto –suscrito además por otras tantas jugadoras españolas- y la propia Hermoso en uno individual dejaron clara “su firme y rotunda condena ante conductas que han atentado contra la dignidad de las mujeres”, anunciando que no volverán a la selección mientras permanezcan los actuales dirigentes.

Jennifer Hermoso sostiene el trofeo de Campeonas del Mundo de Fútbol, sobre la bandera de la Comunidad de Madrid. Foto: Pablo García, de RFEF.
“Me siento obligada a denunciar que las palabras de Luis Rubiales explicando el desafortunado incidente son categóricamente falsas y parte de la cultura manipuladora que él mismo ha generado, en ningún momento se produjo la conversación a la que hizo referencia y que, ni mucho menos, su beso fue consentido”, manifestó Jennifer Hermoso, a la vez que denunciaba por parte de la Federación “una continua presión para salir al paso con alguna declaración que pudiera justificar el acto”. Y algo demoledor e inquietante: “el incidente en el que yo me he visto involucrada, es solo la gota que colma el vaso y lo que todo el mundo ha podido ver, pero actitudes como esta han sido parte del día a día de nuestra selección durante años”. Testimonios absolutamente claros y reveladores, que no habrían sido necesarios si el protagonista, con un mínimo de dignidad, hubiera dimitido al bajar del avión de vuelta. Pero que arrojan luz sobre la cruz que ha acompañado al éxito deportivo.
Veremos lo que ocurre en los próximos días, si es cesado y por cuanto tiempo, y si llega a ser procesado judicialmente, pero de momento él mismo se ha retratado ante toda España (y el mundo). Empecinarse en seguir ejerciendo un cargo que no merece y para el que ha quedado inhabilitado socialmente no tiene ningún sentido, y lo mismo se puede aplicar a los incondicionales que le siguen jaleando.
Tras esta intensa semana, debemos reflexionar a fondo sobre todo lo ocurrido, especialmente la profesión periodística. Un ser despreciable como Rubiales nos ha metido varios goles que podríamos haber parado sin mayor problema. Debemos bajar la pelota al suelo y recuperar de nuevo el valor de las informaciones contrastadas, evitar que el vértigo de la inmediatez ayude a propagar bulos y desinformación y poner el foco en lo importante, los hechos y la verdad, siempre de manera crítica. Y, no menos importante, desde los gabinetes de comunicación nunca faltar a la verdad. Informativamente, si en una invasión como la de Rusia a Ucrania hay que tener siempre claro quién es el agresor y quién el agredido, y no valen crónicas neutras o asépticas, lo mismo debe ocurrir en otros ámbitos.
Estos días han quedado páginas oscuras en los medios para la historia. En algunos casos se ha seguido el juego a Rubiales victimizándole y restando protagonismo e incluso culpabilizando a Hermoso, quien ya en un primer comunicado con su sindicato Futpro pidió el miércoles medidas ejemplares para “que actos como los que hemos visto nunca queden impunes”. Después de la implosión de la asamblea de este viernes, todavía algunos medios no destacan en sus principales titulares las rotundas afirmaciones de Hermoso y de las campeonas, o la intención del Gobierno de inhabilitar a Rubiales de forma inmediata, sino su bochornoso discurso.
Al margen de que también pueda haber estómagos agradecidos en la Prensa hacia este organismo y su presidente, está claro que el patriarcado sigue arraigado en el periodismo, especialmente en el deportivo. Pero los cimientos se están removiendo y eso ha quedado también de manifiesto en lo positivo de la balanza. La actitud mayoritaria ha sido de condena a las actuaciones de Rubiales, de difusión masiva de sus graves hechos y de las opiniones de rechazo que han recibido por parte de la sociedad española. Hay todavía mucho partido que jugar pero el protagonismo de las mujeres en el periodismo es creciente e imparable. Y así se ha demostrado en las coberturas del Mundial, donde por fin las profesionales han podido de forma mayoritaria presentar, narrar o analizar los partidos, un papel reservado casi en exclusiva a los hombres cuando se trata de fútbol, relegando a la mujer a entrevistadoras a pie de campo o zona mixta.
En lo deportivo, ganar el Mundial ha sido una enorme hazaña del fútbol femenino y una demostración de igualdad, pero ahora hay un reto seguramente de dimensiones todavía mayores: desmontar el machismo en las cúpulas y estructuras de este deporte en España. Ánimo y mucha suerte compañeras, para nada estáis solas, tenéis el apoyo, admiración y gratitud de millones de personas en este país. Y solo en una semana se han dado destacados y decisivos pasos.