El cine paraguayo nunca llegó tan lejos como con ‘Las Herederas’, una película protagonizada por una pareja lesbiana galardonada con dos premios ‘Oso de Plata’ en el Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale. Era el mes de febrero y todavía no se había estrenado en las salas de proyección de Paraguay. No fue hasta abril, mes de declaraciones, discursos y arengas políticas, cuando el país votaba para renovar presidente, diputados, senadores y cargos de representación a nivel departamental.
El Senado, a petición de la coalición de izquierdas Frente Guasu, aprobó brindar un homenaje al director y al equipo de este largometraje que ha dado la vuelta al mundo poniendo a Paraguay en el mapa. En sus palabras de agradecimiento, el director Marcelo Martinessi recalcó: “Necesito ser sincero con ustedes y contarles que los personajes del cine en el que creemos y que hicimos con mis compañeros son, por ejemplo, niñas abusadas y obligadas a parir, mujeres que aman mujeres o madres de presos de Curuguaty [condenados por los altercados que siguieron al desalojo de una comunidad de campesinos donde murieron 17 personas – once campesinos y 6 policías –]. Seres humanos que viven, aman, sufren y luchan al margen de cualquier legislación que les entienda o proteja en Paraguay”. No todos los senadores escucharon el mensaje de Martinessi. Los legisladores contrarios a la invitación habían abandonado previamente la Cámara, entre ellos, Zulma Gómez, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), quien arremetió públicamente contra el filme en guaraní antes de salir: “¡Solo hace falta que los homosexuales vengan para casarse aquí”.
El exabrupto de la senadora Zulma Gómez no resulta desubicado en un país de cultura patriarcal, conservador y tradicional, en el que un 90 por ciento de la población profesa el catolicismo. El nuevo presidente Mario Abdo Benítez, del conservador Partido Colorado – Asociación Nacional Republicana (ANR), se declara católico y defensor de la familia tradicional y en su discurso de investidura en agosto afirmaba que “lo importante es cuidar y unir a las familias paraguayas promoviendo valores y principios, porque es en el seno familiar donde se forma la verdadera identidad de la patria”. Abdo Benítez, que prometió en campaña designar un Gabinete con igual número de hombres y de mujeres, ha conformado finalmente un equipo con diez ministros y tres ministras y parece difícil que la igualdad de genero se cuele próximamente en su agenda.
Las candidatas, con pocas posibilidades de ser elegidas
El debate sobre la necesidad de incrementar la representación de la mujer en los puestos de decisión tiene mayor pertinencia tras unas elecciones generales en las que tan solo uno de cada cinco escaños está ocupado por una mujer y no hay gobernadoras en ninguno de los 17 departamentos del país. Aunque actualmente la administración electoral – el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) – exige un 20 por ciento de representación femenina en las listas presentadas por las agrupaciones políticas, las candidatas son posicionadas en los últimos lugares de las listas, con poca o ninguna posibilidad de ser elegidas.
Con el objetivo de incentivar la participación de la mujer en la esfera política, el Senado, en colaboración con organizaciones feministas locales, elaboró un proyecto de Ley de Paridad Democrática, presentado el 8 de marzo de 2016 con motivo del Día Internacional de la Mujer. Dos años después, el texto sigue dando saltos en el sistema bicameral paraguayo generando un debate que pone de manifiesto la profunda división social de Paraguay en materia de género.
El proyecto presentado por los senadores establece cuotas del 50 por ciento de hombres y 50 por ciento de mujeres en los cargos de elección, de designación y en la selección del funcionariado público. Las mujeres tendrían igualdad de oportunidades para contrataciones y nombramientos, mientras que los movimientos, partidos políticos, alianzas y concertaciones electorales incorporarían la alternancia de sexos en las listas a las elecciones internas. La igualdad se aplicaría además al gabinete de Presidencia de la República, donde ministerios y secretarías deberían estar integrados al 50 por ciento por hombres y mujeres.
En la última revisión de la ley en la Cámara de Diputados, en junio de 2018, los legisladores aprobaron una versión desvirtuada del texto original eliminando cualquier tipo de cuota y planteando promover la paridad con programas de capacitación de mujeres en liderazgo político y campañas de sensibilización “para eliminar conductas discriminatorias”. En septiembre, los senadores se ratificaron en la versión del proyecto de ley y ahora queda en manos de los diputados, quienes deberán votar por mayoría absoluta de 41 votos el destino final de esta propuesta.
La Misión de Observación Electoral de la Unión Europea para las elecciones generales del 22 de abril, la delegación de la Unión Europea en Paraguay, ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer paraguayo respaldan el proyecto de ley ratificado por el Senado. Sin embargo, el debate ha dejado al descubierto la confusión reinante en el país en torno a materias tan dispares como la igualdad de género, el derecho a la vida o el matrimonio homosexual.
Así, el diputado del Partido Colorado, José María Ibáñez, sostenía que detrás de este proyecto “hay lobbies internacionales de ideología de género, organizaciones a favor de la legalización del aborto, del matrimonio igualitario y grupos que pretenden despenalizar la pedofilia”. El también diputado colorado Bernardo Villalba optó por una puesta en escena más elaborada y se opuso a la ley mostrando un vídeo de Juan Pablo II en el que el Papa se definía contrario al aborto. Con el telón de fondo del debate en el Congreso, un grupo de ciudadanos se reunía en la Plaza de Armas de Asunción para “rezar” por que la ley nunca viera la luz.
Mientras la Cámara de Diputados y el Senado juegan a un tira y afloja con el texto del proyecto de Ley de Paridad Democrática, la realidad paraguaya se escribe con cifras y, según datos de ONU Mujeres, este país es el cuarto de América Latina y el Caribe con menor porcentaje de mujeres en cargos políticos, tan solo un 16 por ciento. A la espera de la votación final de los diputados, las cuestiones sobre una mayor presencia de mujeres en los puestos de decisión siguen en el aire: ¿qué impide que ellas ocupen más cargos de representación en la esfera política? ¿cuánto pesan los valores tradicionales de la Iglesia católica? ¿cuándo dejará de ejercerse el poder mayoritariamente en masculino?