Somos periodistas feministas

Mujeres que divulgan ciencia sin exhibicionismo ni competición

Carmen Serrano

Periodista y divulgadora científica

Cofundadora de la Asociación de Periodistas por la Igualdad

 

Ya son muchas las divulgadoras y las iniciativas con sello femenino imprescindibles en el ecosistema de la comunicación científica. Les ha costado mucho asomar la cabeza en un entorno de vocaciones excesivas y jornadas más que intensivas, pero ahí están, sembrando referentes femeninos para que más niñas se acerquen sin miedo a la ciencia.

La divulgación científica hecha por mujeres brilla hoy por su abundancia y calidad; y habrá que evaluar más a fondo si también por su grado de impacto. Actividades como Ciencia en el hogar, Geodivulgar, Ciencia en el barrio, El aula del cielo, Unizar Kids, Somos científicos… sácanos de aquí, Biomoléculas en danza, Turismo astronómico en Gúdar-Javalambre, Action!, Una ingeniera en cada cole o las Jornadas de Divulgación Innovadora D+i hablan por sí solas de esta primera afirmación. Algunas de ellas se han consolidado en el ecosistema divulgativo. Y todo, a pesar de las dificultades que arrastran en general los trabajos realizados por mujeres.

¿Dificultades? “Los egos masculinos ocupan, en general, más espacio que los femeninos. Esto también pasa en la divulgación de la ciencia”, opina Pilar Perla, coordinadora de las Jornadas de Divulgación Innovadora D+i. Entre los egos y el hecho de que, actualmente, se esté

personalizando mucho la divulgación”, las mujeres, tanto científicas como comunicadoras, tenemos que esforzarnos muchísimo más para asomar la cabeza por encima de tanta genialidad. Perla lo explica así: “Hace unas décadas decíamos ‘necesitamos científicos que sean como estrellas de rock’ para llegar a la gente. Ahora tenemos el fenómeno de los divulgadores estrella, que hasta cierto punto está bien, porque el impacto se multiplica, pero que también conlleva distorsiones, como que los trabajos constantes y discretos, sin prepotencias, queden en zona de sombra”.

Las redes sociales, tan implicadas hoy en la divulgación de la ciencia, tienen, según Pilar Perla, “un lado muy exhibicionista, en el que muchas mujeres (y hombres también) no se ven y donde el fenómeno trol es más virulento con las mujeres”.

Por otro lado, está la desconfianza. Las divulgadoras de ciencia nos dedicamos, entre otras cosas, a airear las desigualdades que afectan a nuestro género en esta profesión y en el ámbito científico. Y, pese a ello, sigue habiendo negacionismo de la brecha de género. “Por muchos estudios que pongamos sobre la mesa -dice la periodista Pampa García Molina, redactora jefa de Agencia SINC-, se mantienen las voces, incluso de personas escépticas y procientíficas, que se empeñan en negar evidencias”. Todavía son muros contra los que nos estrellamos: el de la brecha y el del negacionismo.

Y, sin embargo, la divulgación de la ciencia en España ya no puede prescindir de periodistas y científicas como Alejandra García Frank, Ángela Monasor, Pilar Perla, Elena Sanz, Pampa García Molina, Patricia Fernández de Lis, Lorena Sánchez, Ángela Bernardo, Natalia Ruiz Zelmanovitch, América Valenzuela, Elena Lázaro… Ellas saben, de todos modos, que no se espera lo mismo de ellas que de ellos. La desconfianza hacia las mujeres acarrea este ingente esfuerzo femenino por demostrar siempre la valía profesional. “En televisión sería inimaginable una divulgadora científica fea o nada sexy, a no ser que su rol fuese justamente ése, de fea nada sexy y empollona”, afirma la redactora jefa de SINC.

Somos muchas divulgadoras trabajando en entornos muy masculinos, muy exhibicionistas como decía Pilar Perla. ¿Alguien sigue sin entender qué es un entorno muy masculino? Pues es aquél en el que se valoran, por encima de todo y además del exhibicionismo, la competitividad, la genialidad, la dedicación vocacional absoluta, las jornadas intensivas… Algo que a las mujeres nos aleja generalmente de toda actividad. Pampa García Molina habla de esos “roles que queremos promover entre las niñas y que no son sostenibles, porque si todo el mundo va a trabajar catorce horas para obtener ese éxito del que depende la autoestima, ¿quién cuidará a mayores y niños?”. Para la periodista, este problema subyace en todo lo demás y “no nos atrevemos a plantearlo porque nos cargamos el modelo capitalista”.

Cambiar cantidad por calidad

La matemática y divulgadora Marta Macho, de la Universidad del País Vasco, ve lo masculino del entorno en la “feroz competición” que existe en él. “Es necesario cambiar la manera de evaluar la divulgación, cambiar la cantidad por la calidad”, valorar más la colaboración real que la competitividad extrema, lo que, a juicio de Macho, “favorecería mucho a las mujeres”.

Así que somos divulgadoras en un mundo de divulgadores, pero también de científicos, que son casi todos hombres. Y actitudes como el paternalismo y la condescendencia nos persiguen en nuestro día a día. Y, pese a todo, o precisamente por ello, son numerosas las iniciativas de divulgación científica puestas actualmente en marcha por mujeres para realzar el trabajo de las mujeres: L’Oréal-Unesco For Women in Sciencie; Iniciativa 11 de Febrero; el blog ‘Homínidas‘ de Quo y Lorena Sánchez; el blog ‘Mujeres con ciencia‘ de Marta Macho y la Universidad del País Vasco; las Jornadas de Divulgación Innovadora D+i en su edición de este año…

Incluso hay, afortunadamente, algún divulgador que se suma a la exhumación de las mujeres, a la visibilización de lo que el patriarcado mantiene oculto; no son muchos y el periodista de ciencia Michele Catanzaro es uno de los que se alzan, con la Red de Científicas Comunicadoras que ha creado en El Periódico de Cataluña.

Pero no todo es visibilizar a las mujeres. El reto más complejo al que nos enfrentamos todos los periodistas y divulgadores científicos es saber, en nuestra cotidianeidad, lidiar con una perspectiva de género que nunca hemos aprendido. Muchas veces, la intuición no sirve; y la ignorancia puede resultar muy dañina para nosotras mismas. Necesitamos saber cómo abordar cualquier tema sin que su enfoque esté lanzando piedras sobre nuestro propio tejado. Sin formación podemos estar, en el fondo y sin quererlo, sosteniendo el patriarcado y perjudicando muy gravemente a las mujeres. De esto trata la perspectiva de género. Y por ella está la Asociación de Periodistas por la Igualdad ultimando un ambicioso plan de formación que difundirá pasos exactos a dar para que las informaciones traten de verdad igual a mujeres y hombres.

Más voces femeninas

La periodista Tania Rabesandratana, corresponsal de Science, es de las optimistas. Asegura que, en esta profesión, son ya muchos los que están atentos a la perspectiva de género. “Tomamos conciencia de que formamos parte del problema y/o de la solución cada vez que seleccionamos temas, fuentes y palabras”. Incluir siempre más voces femeninas en el periodismo y en la divulgación de la ciencia es uno de los quid de la cuestión. Porque esas agendas que hemos tenido hasta ahora llenas de hombres son responsables de que a niñas y mujeres nos falten referentes en todo. ¿Cómo puede una niña querer ser aquello que no conoce? Astronauta, por ejemplo.

Para la matemática y divulgadora Marta Macho, los referentes son hoy un tema fundamental en la comunicación de la ciencia. “No hace falta tener ídolos”, dice; basta con que sean “mujeres normales, luchadoras y esforzadas”.

Hay estudios preliminares que apuntan a que los hombres periodistas citan a mujeres científicas menos que sus compañeras. Catanzaro, ante estas evidencias, afirma que “tenemos un problema” y que “es fácil reconocer toda clase de sesgos machistas en la información científica: desde la infrarrepresentación de las científicas hasta la machacona insistencia en tópicos como el del ‘cerebro femenino”.

Según Michele Catanzaro, “mejorar la condición de la mujer en el periodismo científico pasa por atraer la atención de más periodistas mujeres sobre los temas científicos, ya que su punto de vista puede ser muy valioso para cuestionar ciertos hechos, para mantener alta la atención sobre las cuestiones de género y ciencia, para renovar la manera a veces demasiado manida de abordarlas, para cuestionar los estudios que amplifican nimias diferencias de sexo o los que ocultan diferencias relevantes…”.

Algunas maneras de conseguir esto quedaron, por ejemplo, recogidas en las ‘15 acciones para un periodismo digno‘ que varios medios de comunicación propusieron en 2017 en Barcelona: “Facilitar la promoción efectiva de las mujeres en lugares de toma de decisiones, por medio de planes de igualdad, discriminación positiva y adaptación de los ritmos productivos a las personas y no a la inversa…”. Para ampliar el estrechísimo espacio de que disponen científicas y divulgadoras para participar en el debate público, Catanzaro impulsó la Red de Científicas Comunicadoras, formada por quince investigadoras del ámbito iberoamericano que escriben regularmente artículos de opinión en El Periódico.

Desde aquí va un llamamiento, con Catanzaro el primero, a las instituciones científicas para que aprovechen a las grandes comunicadoras que tienen entre sus investigadoras. No es de recibo, a estas alturas, que cuando se piden expertos a los departamentos de comunicación para opinar en reportajes los periodistas recibamos casi siempre listas de hombres.

El mismo llamamiento que hago a todos mis colegas del periodismo científico para que se animen a renovar sus agendas y hacerlas, cuando menos, paritarias. Y me atrevo a sugerir algunos nombres a añadir: Alicia Sintes, María Villarroya, Mónica Lalanda, Pilar López, Marta Solís, Marta Palomo, Digna Couso, Inmaculada Yruela, Ana Payo, Ingrid Farré… Todas tienen en común grandes dotes para comunicar ciencia y, además, el haber participado en las Jornadas D+i en calidad de divulgadoras innovadoras. Todos los nombres y actividades que se mencionan en este artículo han pasado o van a pasar los próximos días 26 y 27 de octubre por las D+i.

Este artículo se publicó el pasado mes de octubre en la Revista Contexto. Puedes verlo aquí

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